Casahari significa 'casa feliz'. Buscábamos un nombre amigable que
invite a todo el mundo a entrar. Creemos que el diseño tiene que ser
accesible y no solo estar al alcance de un pequeño grupo de personas",
confiesa Inés Ybarra Pasch (Madrid, 1991) sobre el proyecto de mobiliario que acaba de alumbrar junto a su amiga -y, ahora, socia- Olivia Sartogo (Roma, 1992).

Juntas han orquestado un proyecto con tanta personalidad como potencial que tiene como objeto las mesas de diseño. “Anhelábamos
crear una pieza icónica que tuviese la capacidad de transformar un
salón y que, al mismo tiempo, fuese duradera y de calidad. Queremos que
nuestros muebles transmitan un mensaje y no sean meramente decorativos"
, apunta la madrileña.

Querían trasladar los fundamentos de la edificación y el arte al ámbito del interiorismo,
tomando como inspiración el trabajo de creadores de la talla de Kazimir
Malevich y de arquitectos como Kenzo Tange; ambos presentes en la
primera colección de Casa-hari. "Para esta línea de mesas nos hemos
inspirado en el estadio Yoyogi en Japón, un proyecto galardonado con el
Premio Pritzker de Arquitectura en 1987 y erigido para los Juegos
Olímpicos de 1964", explica la pareja de emprendedoras.